12 de marzo de 2013

El sínclave.

'La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo'.
Platón, filósofo griego.





( Enlace al post Ángeles y demonios).





No es plato de buen gusto haber dejado este sitio en sede vacante durante tantos días, como he tenido que hacer recientemente, así que, sea por la enorme tristeza que tal hecho me produce, sea por el sentimiento de culpabilidad que me embarga, me obligo a mí mismo a romperla de vez en cuando, aún a sabiendas del riesgo que eso implica. Pero como lo prometido es deuda, aquí estamos de nuevo dispuestos a conjurar los temores y las ruinas que tanto nos ahogan, así que:



BIENVENIDOS 
AL 
SÍNCLAVE



Sínclave, de la preposición latina sine (sin), y el sustantivo clavis (llave), 'sin llave'. Pues eso, una reunión o asamblea de amigos, ésta a celebrar en esta bendita y hermosa montaña a la que os he convocado con un objetivo común, diferenciándose de 'otras' en el hecho de que aquí nadie ha de estar aislado, ni encerrado, la entrada y salida son libres y no hay llave, sencillamente porque no hay puertas; ni falta que hacen. 

En fin, vamos al lío, ¿estamos todos? Pues unámonos todos en el gozo y disfrute de otro de los temas extraídos de la joya discográfica que comencé a presentar hace un par de posts, escuchando otro dueto en el que se vuelve a formar esa maravillosa conjunción  de voces, que provocan la gran mezzosoprano Cecilia Bartoli y el contratenor Philippe Jaroussky, aquí exquisitamente acompañados por el Coro della Radiotelevisione Svizera Italiana y el grupo I Barocchisti, todos ellos bajo la sabia batuta del director suizo Diego Fasolis, interpretando el aria 'Timori, ruine...', perteneciente a la obra 'Le rivali concordi' del compositor italiano Agostino Steffani.

'Timori, ruine...'

Timori, ruine,
ch'i sensi agitaste,
lasciate che al fine
io possa gioir.

Non durano l'ire 
e passa il martir;
Amor sa ferire,
ma poi sa guarir.

Fortuna severa
a' i nostri contenti,
d' un' alma che spera
consola il desir.
        
Temores, ruinas,
que agitasteis mis sentidos, 
dejadme al fin
poder disfrutar.

Las iras no duran 
y pasa el martirio;
Amor sabe herir, 
pero luego sabe curar.

Fortuna severa
con nuestros deleites,
de un alma que espera
consuela el deseo.

Corto, pero intenso y hermoso, ¿verdad? Yo ya me siento mejor, más ligero, más libre, creo que hasta, incluso sin proponérmelo, podría volver a soñar, a dejarme llevar a lejanos mundos que sólo un alma limpia de temores y angustias puede viajar. ¡Ahhh, sí!

La Nynphée (1878), de William Adolphe Bouguereau.
(Click para ampliar)
Me gustaría destacar el estupendo trabajo de edición realizado por la casa discográfica DECCA con la presentación de un libro-disco magníficamente ilustrado con unas muy sorprendentes fotografías y mucha información sobre el misterioso compositor italiano, el entorno y la época en que vivió, además de las letras de los temas presentados, todo ello en inglés, francés y alemán, aunque con el genial detalle de facilitar un código para poder descargarse gratuitamente la traducción en el idioma deseado -el español en mi caso-, y algún que otro contenido digital que siempre es de agradecer.

 Interesante, también, la alianza entre música y literatura, formada para esta obra entre Cecilia Bartoli y la escritora estadounidense Donna Leon, gran amante de la música antigua, embarcada en esta aventura por la gran diva italiana, a raíz de los misteriosos descubrimientos que se iban haciendo a cerca de la agitada y misteriosa vida de Agostino Steffani, convertido en parte esencial de la trama de la novela 'Las joyas del paraíso' (Seix Barral), cuanto menos, prometedora.









Y para terminar completando esta trilogía dedicada a mermar la tristeza de mi sede vacante, he dejado para el final una de las más espectaculares arias con que la Bartoli nos ha sorprendido tan gratamente, muy adecuada para cuando llegue el momento de poder afirmar con total rotundidad que uno ya está al cien por cien y dispuesto para volver a la batalla.

No os vayáis muy lejos, ya se oyen clarines, trompetas y tambores, las tinieblas vienen reclamando su lugar en el cielo, anticipo perfecto de la victoria de la mi aliada Luna frente al Sol, tiembla la tierra, augurios todos de que la batalla  comenzará muy pronto.

Y la adivino larga y cruenta.

O no.




(Continúa aquí).



           

2 comentarios:

  1. Gracias por volver y compartir estos maravillosos post con tus lectores, :).
    Ana C.

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  2. De nada, siempre será un placer. Gracias, Anuska.

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